Grupo de Investigación UCM (ref. 971672) sobre Psicología del Testimonio.
Facultad de Psicología, Universidad Complutense de Madrid (España).
Investigador principal: Antonio L. Manzanero.



Toma de declaración

Extracto de: 
Manzanero, A.L. (2010): Memoria de testigos: Obtención y valoración de la prueba testifical. Madrid: Pirámide.
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El artículo 389 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal establece: Las preguntas que se le hagan en todas las declaraciones que hubiera de prestar se dirigirán a la averiguación de los hechos y a la participación en ellos del procesado y de las demás personas que hubieren contribuido a ejecutarlos o encubrirlos.
Las preguntas serán directas, sin que por ningún concepto puedan hacérsele de modo capcioso o sugestivo. Tampoco se podrá emplear con el procesado género alguno de coacción o amenaza.
Un reciente estudio realizado en el Reino Unido por Soukara, Bull, Vrij, Turner y Cherryman (2009), donde se analizaban las prácticas más habituales usadas por la policía al interrogar a sospechosos, muestra que las tácticas más utilizadas consisten en presentarles evidencias en su contra (en un 99% de los interrogatorios analizados), hacer preguntas abiertas (99%) y/o preguntas sugestivas (91%), preguntar de forma repetitiva (84%), mostrar las contradicciones que comete el sospechosos (75%), acusar directamente a los sospechosos sobre su implicación en los hechos (74%) y revelar evidencias que muestran que el sospechoso miente (71%).
¿Cuál es la táctica más efectiva? Según el estudio de Soukara y cols. (2009) presentar evidencias y hacer preguntas abiertas eran las tácticas que más correlacionaban con confesiones de los sospechosos, ya que se utilizaron en la totalidad de los casos en los que se produjeron confesiones; pero también fueron las más utilizadas y no permitieron obtener la confesión en un 60% de los casos. No obstante, el problema al que probablemente se enfrentaban en estos casos era más la colaboración del sospechoso que la capacidad de recordar, que suele ser el principal problema de testigos y víctimas. De la colaboración al prestar declaración hablaremos más adelante. Ahora nos centraremos en las estrategias para facilitar el recuerdo.
¿Cómo se le pregunta a un testigo para que proporcione toda la información y además sea exacto? La obtención de la información sobre los acontecimientos investigados mediante los testimonios de los testigos es una de las tareas más complicadas a las que nos podemos enfrentar. En pocas ocasiones, vamos a encontrarnos con testigos ideales, de memoria prodigiosa, y capaces de describir minuciosamente todos y cada uno de los detalles relevantes para la investigación. En la mayoría de los casos, los testigos no recuerdan bien, cometen errores, olvidan describir lo más importante o no están dispuestos a colaborar tanto como a los investigadores les gustaría.
Así pues, un elemento esencial de las memorias autobiográficas es cómo se recupera la información. En términos generales podemos distinguir dos tipos diferentes de recuperación (Jacoby y Dallas, 1981; Jones, 1982, 1987).
a)      Recuperación de forma automática
b)      Recuperación indirecta
Según Jones (1982, 1987) el acceso a la información almacenada en la memoria puede producirse de forma automática mediante el acceso directo provocado por la activación de la información mediante los indicios apropiados. De ser así, en ciertas ocasiones los recuerdos nos asaltarán haciéndose conscientes sin que sepamos qué lo ha desencadenado.
Pero además, puede recuperarse la información almacenada en nuestra memoria por una vía indirecta, mediante procesos conscientes y controlados similares a los implicados en las tareas de resolución de problemas.
De este modo, nos encontramos con testigos que continuamente rememoran los hechos presenciados sin poder evitarlo y cualquier cosa es motivo suficiente para que esos recuerdos les asalten, interfiriendo con sus actividades cotidianas, durante el sueño o en cada conversación. También puede ocurrir que memorias que permanecieron “dormidas” durante un tiempo vuelven a nuestra conciencia tras la aparición de un estímulo determinado al que estaban fuertemente asociadas. Un olor, por ejemplo, capaz de evocar recuerdos de la infancia. Esta forma de recuperación automática no garantiza en ningún caso la exactitud de esas memorias, sólo nos indica su grado de accesibilidad. En el polo opuesto, están la mayoría de los recuerdos, que necesitan de esfuerzo para ser localizados y requieren de procesos de contrastación y de estimaciones que nos permitan concluir acerca de su realidad y exactitud, y reconstruir aquella información perdida o inaccesible.

Tipos de interrogatorio

La declaración será uno de los momentos más delicados del proceso de investigación, dado que es aquí donde se pueden producir las alteraciones más graves de los recuerdos de los testigos. Por ello, la forma de interrogar a los testigos será uno de los elementos a considerar a la hora de obtener la información sobre lo ocurrido.
El tipo de interrogatorio afectará a todos los procesos mencionados anteriormente, así como a la exactitud y la calidad de las declaraciones obtenidas. Podemos señalar dos formas diferentes de toma de declaración:
-  Formato de recuperación narrativa.
En el formato narrativo simplemente se pide al testigo que cuente qué sucedió. En términos de tareas de memoria se pide que realice una tarea de recuerdo libre: que sin limitación alguna y sin interrupciones cuente todo lo que recuerde, de la forma que prefiera.
-  Formato de recuperación interrogativa.
El formato interrogativo consiste en realizar una serie de preguntas a los testigos que previamente han sido elaboradas formando el guión del interrogatorio, que puede ser implícito o explícito. En términos de tareas de memoria se pide al testigo que realice una tarea de recuerdo dirigido, recuerdo con indicios o reconocimiento.

Tradicionalmente los interrogatorios estándar incluyen el uso de estos dos formatos de manera complementaria. Tanto uno como otro tipo de recuperación tienen ventajas y limitaciones. El formato narrativo presenta como ventaja que las declaraciones obtenidas de esta forma contienen menos distorsiones; es decir, presentan pocos errores de comisión. Sin embargo, suelen ser bastante pobres en cuanto a la cantidad de detalles proporcionados, consisten generalmente en descripciones muy generales de lo sucedido; esto es, presentan muchos errores de omisión. Por tanto, con una prueba de recuerdo libre obtendremos información esquemática y aproximada de lo sucedido, debido a que cuando presenciamos un hecho, de él seleccionamos cierta información esquemática y nos quedamos con la idea, que será lo que almacenemos en nuestra memoria. Este esquema se ajustará al esquema previo que tenemos del tipo de hecho a recordar, y contendrá los elementos propios de un acontecimiento —introducción, nudo y desenlace— como elementos estructurales más generales. Al recuperar el suceso empleando una prueba de recuerdo libre lo que recuperamos es el guión tipo de la clase de suceso a que éste pertenezca y lo vamos rellenando hasta dar un informe lo más completo posible con la información que en ese determinado momento sea accesible.
El formato interrogativo, por su parte, tiene la ventaja de proporcionar una gran cantidad de información, pero con más distorsiones que las aparecidas en el formato anterior; es decir, más errores de comisión. Esta característica del formato interrogativo, más detalles pero menos exactos, se debe al efecto que las preguntas tienen sobre la memoria. Un cuestionario o un interrogatorio en que se formulan una serie de preguntas concretas sobre determinada información específica, consistirá en una prueba de recuerdo dirigido (donde se proporcionan indicios para la recuperación) o en una tarea de reconocimiento, según sea la pregunta. Con él obtenemos un recuerdo más literal y menos esquemático del suceso que con el recuerdo libre. Sin embargo, si los indicios de recuperación o las opciones en la prueba de reconocimiento no son los adecuados, el testigo puede acceder a información errónea o reconstruir inadecuadamente el suceso.

Recuperación narrativa.
Recuperación interrogativa
ventajas
limitaciones
ventajas
limitaciones
contienen menos distorsiones
pobres en cuanto a la cantidad de detalles proporcionados
Proporciona una gran cantidad de información, pero con más distorsiones
Puede acceder a información errónea o reconstruir inadecuadamente el suceso.
pocos errores de comisión
muchos errores de omisión
más detalles pero menos exactos
más errores de comisión
información esquemática y aproximada de lo sucedido
un recuerdo más literal y menos esquemático

Tanto en el recuerdo libre como en el recuerdo con indicios recurrimos a nuestra memoria episódica para situarnos en el tiempo y espacio adecuado que nos permita recuperar la información que se nos precisa. En las tareas de recuerdo libre, formato narrativo, los sujetos deben recuperar la mayor cantidad de información posible presentada previamente de la forma que prefieran, sin ningún tipo de ayuda externa. Por ejemplo, tras presenciar una secuencia de un accidente de tráfico la tarea de recuerdo consistiría en pedir a los sujetos que contaran con todos los detalles posibles el suceso presenciado anteriormente. En el recuerdo dirigido, los testigos al contestar a las preguntas que se formulan, podrían rellenar en mayor medida las lagunas que pudieran aparecer en su memoria con material producto de otros hechos similares o a través de la fantasía. Este hecho lleva a que el recuerdo dirigido sea muy susceptible de ser influenciado por el exterior, es decir, por información suministrada durante la prueba de recuerdo. Es en este caso donde hay que tener especial cuidado para no introducir información engañosa en las preguntas que pueda distorsionar el recuerdo de los hechos tal y como se produjeron (ver capítulo siguiente).
El reconocimiento implica la puesta en marcha de mecanismos de recuperación diferentes a los empleados en el recuerdo. Tanto es así, que es frecuente encontrar que un buen rendimiento a la hora de recordar un suceso no implica una buena capacidad para reconocer y viceversa. Así, por ejemplo, Pozzulo, Dempsey, Crescini y Lemieux (2009) evaluaron la exactitud y número de detalles obtenidos mediante tareas de recuerdo y reconocimiento en niños y adultos. Los resultados obtenidos les llevaron a concluir que los testigos que realizan identificaciones exactas no proporcionan más información ni son más exactos al describir el suceso que las que fallan al identificar.
En el reconocimiento se proporcionan los elementos para recordar y se debe buscar el contexto apropiado. En el recuerdo ocurre lo contrario: se proporciona a los sujetos el contexto y ellos deben recuperar los elementos apropiados relacionados con ese contexto espacial y temporal. En las tareas de reconocimiento los sujetos deben discriminar, entre una serie de elementos posibles, cuál apareció entre la información previamente presentada. Siguiendo con el ejemplo anterior, sería una tarea de reconocimiento pedir a los sujetos que señalen qué coches tomaron parte en el accidente: un deportivo azul, una furgoneta un todo-terreno amarillo, un coche familiar blanco.
Es un hecho conocido la facilidad existente en reconocer correctamente una información aprendida previamente, en comparación con recordar esa misma información sin ningún tipo de ayuda externa (Mandler, Pearlstone y Koopmans, 1969). Mandler et al., presentaron a unos sujetos una lista de 100 palabras para que realizaran cinco intentos sucesivos de aprendizaje. Posteriormente midieron la diferencia entre recuerdo y reconocimiento. En la tarea de recuerdo, el rendimiento medio fue de 38 % de ítems recordados correctamente, mientras que en la tarea de reconocimiento el porcentaje de reconocimientos correctos fue del 96 %, siendo del 7 % el porcentaje de falsos reconocimientos. Estos resultados sugieren que aunque el 62 % de las palabras no fueron recordadas, no habían sido olvidadas sino que  los sujetos no habían sido capaces de acceder a ellas. Así, parece que algunas tareas de recuperación permiten el acceso a la información con más facilidad que otras.
No obstante, la superioridad que muestran las tareas de reconocimiento frente a las de recuerdo no se da siempre. Diversos experimentos (p.e. Bahrick, 1969) mostraron que si se le presenta a un sujeto indicios fuertemente asociados con los elementos de una lista como ayudas para el recuerdo, la probabilidad de respuestas correctas aumenta, por lo que las tareas de recuerdo con indicios podían presentar rendimientos superiores incluso a tareas de reconocimiento (Tulving y Thomson, 1973). Sin embargo, no todo tipo de indicios es útil para facilitar el acceso a la información. 

Entrevista cognitiva
Además de los procedimientos utilizados en las entrevistas estándar para tomar declaración a los testigos, existen otros procedimientos para facilitar el recuerdo y evitar las desventajas que presentan el formato de recuperación narrativo e interrogativo. Una de las técnicas sobre las que más énfasis se está poniendo en la actualidad, como uno de los procedimientos más completos de toma de declaración es la Entrevista Cognitiva. Esta forma de entrevista ha sido desarrollada como un procedimiento completo de toma de declaración dirigido a la obtención de información cuantitativa y cualitativamente superior a la que es posible obtener mediante las entrevistas estándar (Fisher y Geiselman, 1988; Geiselman y Fisher, 1989; Geiselman, 1988; Koehnken, Milne, Memon y Bull, 1999), disminuyendo la posibilidad de que aparezcan errores de omisión y comisión en las declaraciones de los testigos.
La entrevista cognitiva comprende tres procedimientos (Memon y Koehnken, 1992): 
1) crear un ambiente propicio
2) recuerdo libre
3) aplicación de técnicas específicas de recuperación de memoria

1.- En primer lugar deberíamos conseguir la total colaboración de los testigos. Para ello, es importante la creación de un ambiente propicio donde hagamos sentir al testigo que su testimonio es importante. Para lograrlo debemos considerar dos puntos fundamentales:
a) Personalizar la entrevista, para lo que suele ser útil que el entrevistador se presente al testigo al tiempo que le pide su nombre, como una forma de romper la ansiedad de la situación. Éste debe sentirse cómodo y debe quedarle claro que debe intentar recordar todo lo más posible, informando de todo lo que recuerde crea o no que es importante, hasta el detalle más insignificante.
b) Transferir el control al testigo. Debemos dejar que el testigo cuente el suceso con sus propias palabras, a la velocidad que prefiera y en el orden que quiera. Debe dejarse al testigo que sea él mismo quien presente la escena. No debería ser presionado, ni su relato debe ser limitado temporalmente. Si es posible tampoco debería ser interrumpido y, lo que es más importante, debe ser escuchado de forma activa.
2.- Una vez conseguido el ambiente idóneo, se pedirá al testigo el relato libre de lo sucedido. Para ello, se le pedirá que cuente todo lo que recuerde con el mayor detalle posible, y con sus propias palabras. Si se precisa de alguna aclaración durante el relato, debe hacerse con preguntas abiertas (del tipo ¿cómo iban vestidos?), aunque deberían evitarse durante la narración del suceso, hasta que el testigo haya terminado, entonces podrá profundizarse sobre algunos aspectos que pudieran ser más relevantes. También debe evitarse cualquier tipo de comentario y preguntas cerradas del tipo si/no (por ejemplo, ¿no llevaban una cazadora marrón?).
3.- Dado que el recuerdo libre no suele ser suficiente, el último procedimiento consistirá en la aplicación de técnicas de recuperación de memoria. Estas consisten en:
a) Reinstauración cognitiva del contexto, que consistirá en tratar de reinstaurar mentalmente el contexto ambiental y emocional presente en el suceso. La reinstauración de contexto consiste en pedir al testigo que imagine de nuevo el suceso sobre el que está declarando, intentando recordar todos los aspectos posibles relacionados con el momento del suceso: qué hizo momentos antes, durante y después del suceso, en qué lugar se encontraba, quién más estaba con él/ella, qué vio, qué pensó y qué sintió antes, durante y después del suceso. Así, facilitaremos que el testigo acceda a más información.

b) Focalización del recuerdo. Esta no es una técnica en sí, sino un objetivo a alcanzar y que consiste en ayudar al testigo a concentrarse en lo que está describiendo. Esto puede lograrse mediante la realización de preguntas abiertas, permitiendo pausas largas y no interrumpiendo al testigo cuando está hablando. Los testigos cuando están declarando no saben qué información puede ser relevante para la investigación criminal y pueden tender a perderse en su relato.
c) Recuperación extensiva. Si el testigo tiene problemas para recordar con detalle lo sucedido, puede ayudársele a buscar en su memoria más extensivamente mediante el uso de diversas técnicas:
• Cambio de perspectiva: consistente en el recuerdo adoptando la perspectiva de otra persona o como si hubiera estado en otro lugar diferente a donde se encontraba en el momento del suceso. Si él salía del portal de su edificio cuando vio el accidente, se le pide que cuente qué habría visto un testigo situado en la acera de enfrente. Con esta técnica se pretende que el testigo preste atención a información que puede estar en la mente del sujeto pero que de otra forma no se haría explícita. Diversas investigaciones han mostrado que cuando se pide a los sujetos que recuperen información de la memoria bajo perspectivas distintas a la que tenían en el momento de la codificación son capaces de recordar más detalles (Anderson y Pitchert, 1978; Loftus y Fathi, 1985), aunque también puede alterarse la exactitud global de las declaraciones y su calidad, relevante al evaluar la credibilidad de las declaraciones (Manzanero, 2008).
• Recuerdo de los hechos desde diferentes puntos de partida, pidiendo al testigo que repita su testimonio en un orden diferente, por ejemplo, «... ha dicho que una vez que oyó el golpe usted vio gente correr, ¿qué ocurrió entonces? El empleo de ésta técnica se justifica, como en el caso del cambio de perspectiva, en que cuantas más vías de acceso se tenga a la información almacenada en la memoria más posibilidades habrá de que ésta se haga accesible por uno u otro camino (Tulving, 1974).


Críticas a la Entrevista Cognitiva
En 1999, un número monográfico en la revista Psychology, Crime and Law, se ocupó de la entrevista cognitiva. En él se presentaban varias revisiones sobre el efecto de ésta técnica (Koehnken, Milne, Memon y Bull, 1999; Memon y Highman, 1999). Koehnken y cols. (1999) realizaron una revisión de 42 estudios que consideraban un total de cerca de 2500 entrevistas. Los resultados del meta-análisis mostraron que la entrevista cognitiva incrementaba la cantidad de información correcta e incorrecta recuperada, en comparación con una entrevista control. La proporción de detalles correctos, considerando las tasas de información total proporcionada (correcta e incorrecta) fue similar para la entrevista cognitiva (85%) y para la entrevista control (82%). Por otro lado, el estudio mostró que la eficacia de la entrevista cognitiva estaba en función de diferentes variables, como tipo de información o edad e implicación de los testigos. 
Entre los inconvenientes de esta técnica podemos señalar el hecho de que pedir a los testigos que recuperen información en múltiples ocasiones y de muy diversas formas puede implicar una elaboración extra de esta información, lo que podrá llevar a rellenar huecos de la memoria con material procedente de otros episodios y a realizar más inferencias, que afectaría a su vez a la calidad y cantidad de información recordada. (ver punto 2.3 sobre la recuperación múltiple).
Por otro lado, alguna de las técnicas específicas propuestas en la Entrevista Cognitiva podrían provocar efectos negativos sobre los recuerdos. Diversos estudios se han centrado en el efecto que el cambio de perspectiva produce sobre la memoria. En éstos se pueden considerar dos tipos diferentes de perspectivas: el cambio de perspectiva puede hacerse modificando el papel que juega el sujeto o bien su posición física. El primer tipo de perspectiva hace referencia a adoptar un papel diferente al que le correspondió al sujeto en la percepción (Anderson y Pichert, 1978; Nigro y Neisser, 1983; Manzanero, 2008; Manzanero, López y Aróztegui, en prensa), lo que implica un cambio en la interpretación del suceso. El segundo tipo se refiere a un contexto espacial con claras connotaciones ambientales (Boon y Noon, 1994; Memon, Cronin, Eaves y Bull, 1995). Respecto al que tiene que ver con adoptar un papel diferente, podemos considerar otros dos tipos de cambio de perspectiva: aquel que supone un cambio del esquema que permite interpretar el suceso y el que implica un cambio de perspectiva instando a los sujetos a adoptar un papel diferente que lleva a un cambio en la implicación personal (Nigro y Neisser, 1983). Tversky y Marsh (2000) manipularon la perspectiva de recuperación, encontrando que afecta a la cantidad y calidad de la información recuperada en tareas de recuerdo y reconocimiento. Los resultados encontrados les llevan a concluir que la perspectiva de recuperación implica que los sujetos recuperen la información de forma selectiva congruentemente con esa perspectiva, de modo que un cambio de perspectiva provoca una reorganización de la información. En una investigación llevada a cabo con el objetivo analizar el efecto de la perspectiva de recuperación (Manzanero, López y Aróztegui, en prensa) se evaluó en dos experimentos el efecto de describir un suceso previamente presenciado desde una perspectiva distinta. Para ello se pidió a un grupo de sujetos que observaran un accidente de tráfico, y que al describirlo lo hicieran desde la perspectiva neutra que tenían como observadores y/o desde la perspectiva de uno de los actores implicados en el accidente. Los resultados mostraron que las descripciones desde una perspectiva diferente disminuye la exactitud de las descripciones al tiempo que se ve afectada la calidad de los relatos, siendo bastante diferentes las descripciones aportadas desde la perspectiva de observador que desde la falsa perspectiva de actor implicado en el suceso (ver figura). No obstante, el tipo de implicación emocional del papel adoptado podría ser uno de los factores determinantes sobre el efecto del cambio de perspectiva, de modo que no sería lo mismo cambiar hacia una perspectiva más neutra que hacia una perspectiva de mayor implicación (Manzanero, 2008).
 El cambio de perspectiva como cambio físico o espacial ha sido estudiado en comparación con otros métodos de recuperación como por ejemplo la recuperación múltiple y con la reinstauración cognitiva del contexto. Boon y Noon (1994) encontraron que este cambio produce que los sujetos proporcionan menos detalles que cuando se pide a los sujetos que se esfuercen en recordar la mayor cantidad posible de información por segunda vez. En los estudios realizados por Memon et al. (1995) el cambio de perspectiva provoca que los sujetos proporcionen más información temporal y menos información total correcta e incorrecta (exp. 2) que si se les pide a los sujetos que traten de recordar lo más posible o que recuerden el suceso sucesivamente desde diferentes puntos de partida. Cuando se analizan conjuntamente los datos de los tres experimentos que se realizaron, se encontraron que el cambio de perspectiva produce más errores que la reinstauración de contexto, más errores  que esforzarse en recordar lo más posible y más errores que recordar desde diferentes puntos de partida.
Respecto al cambio de orden, Bekerian y Bowers (1983; Bowers y Bekerian, 1984) alertaron de que una alteración del orden natural en las preguntas podría generar falsas memorias, dado que dificultará encontrar indicios contextuales suficientes para acceder a la memoria original, por lo que se tomará como buena la información sugerida. No obstante, Morris y Morris (1985) señalan que los sujetos “realmente buenos” no tendrán problemas a la hora de recuperar la información original.
Por último, la entrevista cognitiva no parece adecuada para todas las edades, dado que no mejora el recuerdo para todos (Wright y Holliday, 2007). 
Estos inconvenientes nos llevan a aconsejar la utilización restringida de la Entrevista Cognitiva, evitando las técnicas de cambio de perspectiva y de cambio de orden.